Diminutas y tremendas decepciones

Hay momentos de tu vida que te ahogas en un vaso de agua, o mejor dicho, en una tacita de juguete de bebé. Hay que reconocer que a veces es un grandísimo berrinche derivado de una frustración que afortunadamente no tiene nada que ver contigo, y es una mera estupidez.

A veces uno se topa con la mala suerte del mal servicio. El pésimo servicio. Negocios que merecen cerrar, quemarles, encarcelarles, por ineptos. Eso me está pasando. Es una tontada.

Ya me curé y ya estoy mejor. Gracias.